Dicen que hay tierras que no se buscan: se encuentran.
Y cuando el camino se abre y el aire cambia, uno entiende que no llegó a un destino… llegó a un refugio.
Así es el arribo a Satoshi Lake: la calma del agua, el rumor del bosque, la promesa de un lugar donde el tiempo vuelve a obedecer a la naturaleza.
En Estanzuela, Areguá, se extienden 36 hectáreas como un pequeño reino a orillas del Lago Ypacaraí: senderos, costa, espacio para respirar y terreno suficiente para que el proyecto no sea “un lugar”, sino un mundo en construcción.
Areguá no es solo geografía: es memoria.
Una ciudad con peso histórico y alma artística, donde la cultura y la artesanía marcaron generaciones. Elegimos Areguá porque un lugar así no se inventa: se hereda. Y lo que se hereda, se honra.
El nombre no es adorno. Es destino.
Satoshi significa que este lugar nace con una idea clara: todo estará onchain. Lo que se construya acá tendrá registro, trazabilidad y comunidad; y los beneficios no quedarán encerrados en un solo punto del mapa.
Satoshi Lake quiere conectarse con otros network states y hoteles alrededor del mundo, compartiendo valor, acceso y oportunidades. Un nodo de verano, trabajo e inspiración… diseñado para incubar la próxima generación de tecnología.
La cocina será una pieza central del viaje, bajo la guía del mejor chef del Paraguay, con una misión simple: que cada comida sea parte de la historia que uno se lleva, no un detalle olvidable.
Habrá un Spa y Centro de Longevidad: un santuario para recuperar el cuerpo, afilar la mente y volver mejor de lo que llegaste.
Biohacking, bienestar, rituales de descanso real. No como moda, sino como disciplina.
A 40 minutos de Asunción, Satoshi Lake se plantea como el mejor lugar para trabajar, crear y vivir cerca de la ciudad, sin estar dentro de ella.
Un sitio donde podés construir en silencio: código, arte, música, empresas, ideas. Donde el trabajo no se siente cárcel, sino oficio.
Satoshi Lake vive sobre el lago.
Y, cuando quieras, en 5 minutos por agua estás en San Bernardino: lo social, lo veraniego, el movimiento.
Pero el verdadero poder es el regreso: volver al refugio, donde el ruido no manda.
Próximamente se habilita una playa de 1 hectárea.
Una costa amplia para extender el ritual del agua: días largos, fogatas, deporte, descanso, y esa sensación de estar “lejos” sin haber cruzado el mundo.
Esta es la primera fase de un plan mucho más grande.
Satoshi Lake no se presenta como proyecto terminado, sino como saga: cada etapa abre nuevas tierras, nuevos espacios y nuevas razones para volver.
“Lo esencial es invisible a los ojos.” — Antoine de Saint-Exupéry